LA AUTORIDAD DEL LIDER CRISTIANO

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Muchos quieren ser líderes, pero pocos están dispuestos a esforzarse en cumplir su labor con madurez.

 

El siervo llamado a ministrar a otros debe ser capaz de desempeñar todas las tareas en obediencia a principios bíblicos, desde una perspectiva cristocéntrica y en la realidad del poder espiritual. Esto no es un trabajo para niños sino para personas adultas, tanto física como espiritualmente.

 

Podemos mencionar seis características deseables en aquellos que pretenden ser líderes maduros, genuinamente espirituales:

 

 

1. Amor incondicional. No hay nada que un individuo haya hecho o llegue a hacer que pueda causar que un líder maduro deje de amarlo.

Talvez no esté de acuerdo con sus acciones, pero lo amará como persona y hará todo lo posible para su edificación (1 Co. 13:1-8).

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2. Disponibilidad. El líder cristiano maduro pone sacrificialmente su tiempo, energía, puntos de vista y posesiones a disposición del grupo (Hch. 2:43-47).


3. Vulnerabilidad y confiabilidad. La madurez requiere que el líder cristiano sea una persona abierta, que pueda compartir sus sentimientos y luchas, sus gozos y tristezas de una manera honesta con otra gente, en especial el grupo más próximo a él, y que no encierre todo en sí mismo (Ef. 4:25; Stg. 5:16; 1 Jn. 1:5-7). Asimismo, debe responsabilizarse de hablar la verdad en amor (Ef. 4:15).

 

4. Apertura. El líder maduro está dispuesto a escuchar a otros, a realizar un examen de las costumbres y tradiciones, a recibir y evaluar nuevas ideas, y poner en práctica aquellas que sean más convenientes; además, es sensible a lo que sucede a su alrededor y sabe analizar las características de su entorno.

 

5. Responsabilidad. El líder espiritual maduro asume seriamente su rol en el crecimiento de otros. Se hace responsable ante Dios, la iglesia y, especialmente, ante los demás miembros de su equipo de cumplir fielmente la tarea que le ha sido encomendada.

 

6. Autoridad espiritual. Un líder cristiano se somete voluntariamente a la autoridad congregacional legítima. Él confía en que Dios hace su voluntad en la congregación, de tal manera que en el cuerpo reinen la unidad, la armonía y la estabilidad (Ef. 4:11-16).

 

A las características mencionadas puede añadirse un séptimo elemento: la integridad, que lo identifica como una persona incorruptible y honesta, que cumple sus promesas.

 

El líder cristiano es el siervo de los siervos de Dios. Los numerosos pasajes que tratan del liderazgo espiritual guían a una serie de conclusiones, resumidas de la siguiente manera:

 

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El liderazgo espiritual está inseparablemente ligado a dones espirituales identificables y a un claro llamado de Dios a ocupar posiciones distintivas.

 

El liderazgo espiritual consiste en una actitud de servicio, según el modelo de Jesucristo mismo.

 

El liderazgo espiritual pone especial énfasis en que la gente se involucre activamente en la toma de decisiones, y se opone a la tiranía y a las técnicas autoritarias.

 

El liderazgo espiritual siempre incluye la responsabilidad de enseñar y nutrir a aquellos a quienes  está guiando.

 

El liderazgo espiritual requiere una actitud de humildad y mansedumbre, sin confundir esta última con indecisión.

 

 

No se alcanza la madurez en un día y, tampoco, dejando que simplemente pasen los años.

Necesitamos reconocer los rasgos que la constituyen y moldear nuestra conducta en esa dirección.

 

 

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Pastor Diego Acuña Jirón.

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